Aunque la industria del diseño gráfico es muy reciente, no podemos decir que no haya evolucionado desde la Alemania de Moholy-Nagy. Desde entonces los caminos de esta disciplina se han ido haciendo más variados con el nacimiento de nuevos profesionales.
El diseño pasó de centrarse en un único ámbito a extenderse a más ramas creativas. Hoy, existen una multitud de especialidades, tales como branding, imagen corporativa, diseño tipográfico, señalética y orientación, sistemas pictográficos, packaging, editorial…
Aunque la disciplina se ha ido fragmentando y especializando poco a poco, siguen existiendo dificultades para incluir en esta industria a profesionales que no pertenezcan a ella. Estos harían del diseño, una disciplina mucho más enriquecida y variada de lo que lo es ahora.
Un buen ejemplo de lo que pasa cuando se difuminan las fronteras entre las disciplinas es el diseño digital e interactivo. Una disciplina derivada del diseño gráfico que ha asimilado muchas miradas de otros mundos como la programación, la psicología y el diseño centrado en las personas. Esta absorción de conocimiento y metodología ha hecho que se hable abiertamente de profesiones distintas cuando se habla de diseño modular, user experience, user interface, arquitectura de información, dirección de arte digital, responsive design, SEO…
Ahora bien, aunque esta situación es muy positiva, no es fácil. Los medios que permiten la entrada de nuevos perfiles profesionales cada vez son menos habituales. El mundo actual desmantela la expresividad y la exclusividad personal, formamos parte de un todo en el que somos una pieza altamente especializada, sin contacto con nuestro entorno. En cambio el diseño, necesita una visión general y estratégica.
Formado en diseño
No son pocas las personas que consideran esta disciplina como una carrera en auge. Así, muchas empresas e instituciones han planteado diversos cursos y programas de enseñanza que prometen más de lo que pueden ofrecer. En su mayoría, estas clases otorgan conocimientos de acceso público, pero con la diferencia de vender-los por altos costes. Su fiabilidad es válida, pero en muchos casos, no suficiente.
Entre ellos destacan desde cursos en diferentes plataformas a algunas carreras universitarias, con precios desorbitados y un plan de estudio muy limitado. Algunas clases vacías de información complementadas con tutorías para los estudiantes para que, llegado el momento, el alumno siga delante de la misma puerta.
¿Por qué no enseñamos a los nuevos creativos a nutrirse de todo aquello que puedan aprender? ¿No se creó el Branding cuando el diseño, conoció al marketing y al mundo de la empresa? ¿La tipografía cuando se fusionó la letra, las matemáticas y la necesidad de producción?
Según mi experiencia son muchas las diferencias entre las pocas formaciones que te permiten avanzar y superar tus limitaciones y el resto de formaciones que en muchas ocasiones “parecen” máquinas de hacer dinero. Entre ellas destacaría; enseñan a leer mapas en vez de rutas, enseñan que nunca sabrás todo lo que debes saber y qué debes colaborar con distintos profesionales y especialistas.
Aprender de todos y enseñar a todos
Como hemos visto, muchos jóvenes creativos son bombardeados por una alta cantidad de preguntas sin respuesta. Primordialmente, en línea, los contenidos que llegan a encontrar son falsos, incompletos o no muestran lo que realmente quieren saber. Por ello, se hace necesario tener una actitud crítica y aprender a discernir entre la buena y la mala información.
No obstante, desde libros hasta documentales, podemos encontrar una infinidad de recursos útiles que contienen información veraz. La dificultad está en hacer tuya la información que contiene. Sigue faltando una cosa fundamental; compartir y crecer con nuestro entorno. No aprender solo lo referente a nuestra disciplina, sino aprender de la vida. Aprender de los problemas que debemos resolver y no ser endogámicos.
Esta actitud que nos permite absorber la información de nuestro entorno, venga de diseñadores, químicos o albañiles, no da trabajo ni reemplaza los procedimientos tradicionales. Pero es la chispa que nos permite avanzar y evolucionar, hacer las disciplinas creativas abiertas y renovadas. Las mismas ideas en contextos distintos pueden ser revolucionarias.
Aun así, en muchas ocasiones no somos nosotros los que no queremos abrir nuestro trabajo, ni nos cerramos a encontrar inputs renovados en el mundo que nos rodea. Este es el reto de hoy, en un mundo lleno de información, de grandes referentes. No debemos quedarnos atrás, encerrados en lo que ya sabemos. Debemos mezclar nuestra profesión más allá de los límites que le hemos dado y buscar renovación en todas partes.
